Los seres humanos somos, en su mayoría, visuales. Dichos como “la primera impresión es lo que cuenta” o “una mirada
vale más que mil palabras” se fundamentan en la misma idea; una imagen visual brinda al ser humano la primera oportunidad de sentir y relacionar conceptos e ideas.
De la misma manera que nos llevamos impresiones de personas, situaciones o lugares que hemos visitado y los relacionamos con esa primera idea que se nos vino a la cabeza, cuando pensamos en algunas de nuestras marcas favoritas, como por ejemplo
Coca Cola o
Apple, relacionamos a estas con nuestra primera impresión visual.
Pues bien, no es casualidad que ante la imagen visual de las marcas reaccionemos de cierta manera, ya que el objetivo último del marketing a la hora de definirlas visualmente es diferenciarse en el mercado.
Cuando hablamos de branding o imagen de marca no sólo nos referimos al logo, que constituye el elemento verbal, sino también al diseño gráfico y al componente psicológico que crea el vínculo emocional con el cliente a través de valores culturales compartidos.
Si tan sólo la aclaración de su definición nos lleva a una más que justificada necesidad por cuidar la estrategia de marketing de contenidos, la nueva era de la sobreexposición publicitaria hace esta labor aún más importante y meticulosa.
Es tal la importancia de la estrategia de branding, que si no la establecemos de manera correcta, podríamos estar perjudicando al desarrollo total de una compañía.
Cuando hablamos de la estrategia correcta nos referimos a la coherencia emocional, es decir, que el sentimiento que le produce al cliente esa primera impresión visual debe estar relacionado con el sentimiento que la empresa quiere expresar.
Imaginémonos por un momento el sentimiento o idea que nos produce ver un portátil de delgada estética, con acabado en aluminio y botones negros;
Apple ¿verdad?
Esa relación instantánea que nos produce su estética tiene que ver con la estrategia de posicionamiento que
Apple ha llevado a cabo.
“El posicionamiento es el lugar que ocupa la imagen de marca en la mente del consumidor y, por tanto, que permite diferenciarla de la competencia.”
El caso de
Apple está claramente definido como una marca con personalidad propia que vende diseño, sencillez, usabilidad e innovación, con el objetivo de diferenciarse de su gran competidor,
Microsoft.
Cuando una empresa no transmite sus valores a través de su imagen de marca está perdiendo clientes potenciales. Una marca inconsistente, que no puede asociarse con unos valores concretos, lleva a una falta de empatía con los consumidores y dificulta (o incluso imposibilita) la fidelización de clientes.
En todo ello entra el papel fundamental que ostentan los diseñadores, ya que su objetivo principal es el de captar la personalidad de una empresa y su marca en flyers, tarjetas de visita, membretes, logos o webs corporativas.
Comprender la importancia que tiene reflejar una imagen coherente a través de una imagen visual, nos ayuda a darnos cuenta del complejo elemento psicológico que tiene esta profesión y a desmentir la idea de que el trabajo de un diseñador gráfico es cosa de niños.
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