En un reciente seminario académico celebrado en el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se revelaron datos alarmantes sobre el estado actual del Sistema de Salud en México. A pesar de la importancia crucial que tiene la salud pública en la calidad de vida de la población, el sistema mexicano enfrenta tres problemas fundamentales que amenazan su estabilidad y eficacia: insuficiencia presupuestal, segmentación y deficiente asignación de recursos.
Uno de los aspectos más preocupantes es la insuficiencia presupuestal que ha aquejado al sistema de salud mexicano. A pesar de que la población del país casi se duplicó en las últimas cuatro décadas, el gasto total en salud, ya sea público o privado, ha experimentado un decrecimiento continuo. Según datos recientes, México destina solo el 5.5 % de su PIB a la salud, una cifra notablemente inferior al mínimo del 9 % recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este indicador ha caído constantemente desde el 6.2 % en 2021 y contrasta negativamente con otros países latinoamericanos.
El presupuesto público destinado a la salud, que alcanzó su punto máximo en 2012, ha experimentado una declinación constante. Aunque se observa una ligera recuperación en 2021 y 2022, esta se atribuye exclusivamente a los gastos extraordinarios asociados con la adquisición de vacunas para el Covid-19. Además, México está muy por debajo de la recomendación de la OMS de asignar al menos el 6 % del PIB a la salud.
La segmentación del sistema de salud es otro desafío crucial. Aunque el servicio de salud moderno en México comenzó en 1943 con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y se amplió con la creación del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste) en 1960, la asignación de recursos se basó en la condición laboral de las personas, dejando sin cobertura a un amplio sector de la población. A pesar de intentos anteriores como el Seguro Popular, que logró cubrir a más de 50 millones de personas en 2018, decisiones políticas llevaron a su cancelación en 2019, reemplazándolo con el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), que resultó ser un fracaso rotundo.
El cambio en la proporción de unidades del sector público y privado es otro indicador preocupante. En 2018, el 51 % de las unidades estaban en el sector público, pero para 2022, esta cifra había disminuido al 37 %. El aumento en la preferencia por la atención privada ha llevado a un aumento sustancial en los llamados "gastos de bolsillo" de los usuarios, que representan aproximadamente el 40% del gasto en salud en 2022.
Ante este panorama desolador, se presentaron tres propuestas principales en el seminario. En primer lugar, la necesidad imperante de un sistema de cobertura universal que aborde la fragmentación del sistema. En segundo lugar, la importancia de priorizar la prevención para reducir la carga en el sistema de salud. Por último, se destaca la urgencia de implementar una atención primaria eficaz.
Desde el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), representado en el seminario por su directora ejecutiva, la Dra. Alejandra Macías, surge un lema contundente: "Una política pública sin presupuesto NO es política pública". La llamada es clara: se necesitan más recursos públicos, con un aumento mínimo del 2.9 % al 3.9 % del PIB en el primer año, considerando la vasta dispersión de localidades pequeñas y la deficiente disponibilidad de agua que afecta a casi dos tercios de los hogares mexicanos.
En conclusión, la salud en México enfrenta una crisis silenciosa, marcada por la insuficiencia presupuestal, la segmentación sistémica y la deficiente asignación de recursos. Si no se toman medidas inmediatas y significativas, la salud de millones de mexicanos seguirá en peligro, y la calidad del sistema de salud seguirá decayendo.
La pregunta que queda en el aire es si las autoridades tomarán las riendas y abordarán estos desafíos de frente, o si la salud pública seguirá siendo víctima de la negligencia presupuestaria y las decisiones políticas erráticas.
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